Unos de los personajes más indeseables y que están presentes en la historia de los casino desde sus comienzos son los prestamistas. Los prestamistas pueden ser legales o ilegales, simplemente se trata de personas que prestan dinero, pueden ser instituciones como bancos a veces, pero los que han motivado más kilometros de largometraje y que más historias turbias han protagonizado han sido sin duda los prestamistas de la mafia.

El caso Slevin es una película que comienza con una secuencia brutal. Un niño acude con su padre al velodromo a contemplar unas carreras de caballos. Su padre ha apostado una gran suma de dinero motivada por un chivatazo sobre un amaño en una de las carreras. El dinero que ha apostado no es suyo sino que le ha sido prestado por unos prestamistas. Por desgracia al caballo que apostó este pobre diablo, le da un infarto en el transcurso de la carrera y muere. Lo que resta de la escena es el brutal ajuste de cuentas por parte de la banda mafiosa.

Slevin vive un mal momento en su vida, ha pillado a su novia con otro y han declarado su hogar en ruinas, así que decide irse a vivir a Nueva York a casa de su amigo Nick Fisher. Por desgracia su mala suerte no se acaba ahí ya que al llegar a la capital financiera del mundo, dos mafias enfrentadas de prestamistas de juego  lo confunden con Fisher y se ve envuelto en una trama de venganzas entre bandas rivales con su vida pendiendo siempre de un hilo a causa de una fuerte deuda de juego de Fisher.

Se trata de un thriller fascinante, cargado de intriga y con sorpresas y giros imprevistos. El mundo del juego y los prestamistas siempre está presente y mantiene una estética continua de poker y blackjack muy interesante. Entre los actores destacados, un correcto Josh Hartnett, un elegante Bruce Willis y un siempre fantástico Morgan Freeman.

Seguimos con la retrospectiva del cine del subgenero que podríamos denominar “Robo de casino“, con una genial película de los hermanos Coen, remake de otra de los años 50 de los míticos Alec Guinness y Peter Sellers. Se trata de la película The Ladykillers que parte de la sencilla idea de un grupo de ladrones liderados por un estrambótico profesor que se hospedan en la casa de una inocente anciana para perpretar desde ahí un robo. En la versiónd e los 50, el escenario era Londres y el robo sería a un banco, en este caso el escenario de la acción será una tranquila y típica localidad sureña llamada Saucier en Mississippi, y el escenario del robo, el almacén del dinero de un casino.

Los casino son un paradigma de riqueza y fuente de dinero, sueño de todo jugador y no jugador, que ve la posibilidad de ganar dinero fácil, por un golpe del azar. Muchos lo intentamos jugando al poker, ruleta o blackjack, pero otros tantos han soñado, y algunos menos intentado, hacerlo mediante atraco.

En este caso, un excentrico profesor en lenguas muertas, con más labia que inteligencia llamado Professor Goldthwaite Higginson Dorr, un dandy sureño interpretado por Tom Hanks, forma un grupo delictivo variopinto formado por un estúpido jugador de football americano llamado Lump, un experto chino en tuneles llamado el General, Garth Pancake un domador de animales experto en explosivos enfermo de “colon irritable” y Gawain, el topo del grupo en el casino.

La trama de la película transcurre en su mayoría con la planificación del robo al banco del casino, situado en un barco sobre el mítico rio Mississippi, para evadir impuestos, pero todo se complica cuando la dueña de la casa, una tradicional baptista, se da cuenta del robo que ha sido cometido en su hogar.